Hubo
una época en España en la que los extranjeros venían buscando lo que
diferenciaba nuestro país de los demás, y lo encontraban. Esos
viajeros del romanticismo, aunque a veces rallaban el tópico, encontrarían hoy
en este local lo que nos hace diferentes de los benditos guiris. Casi 200 vinos, 72 denominaciones de origen y 65
variedades de uva dispuestos sin más pretensiones de las que cualquier
ciudadano del mundo, sea o no nacional, necesita para disfrutarlos.
El
caso es que personajes irrepetibles y auténticos como Don Quijote, siguen
inspirando a manchegos como Vicente Herrero, que sin proponérselo, van buscando
el conocimiento real del territorio, los paisajes y sus gentes del que hace
gala Cervantes. El vino y los productos gastronómicos de cada tierra que
conforma nuestro país, es una de las mejores excusas para profundizar en cada
uno de sus rincones.
Este
antiguo profesor de literatura de Instituto, y « tronista» del programa de
televisión «mujeres hombres y viceversa», encontró hace nueve años su verdadero
camino. Volver a revisar las fotos de familia, recordar el dramático paisaje de
Jumilla (cuya Denominación de Origen muy pocos saben que está integrada
fundamentalmente por municipios albaceteños), y verse de nuevo ligado al
cultivo de su querida y resistente Monastrell, le dieron el grado de
inconsciencia necesaria para emprender esta etapa de intenso estudio y búsqueda.
La que le ha llevado a ser un catedrático tabernario de los vinos, cavas,
quesos, sobrasadas, y todo tipo de genuinas exquisiteces que son la bandera más
reconocible del territorio nacional. El
plan académico que le permite a este simpático zascandil adquirir el grado
universitario de la vida que es el de Tabernero. Esas camisetas que luce y vende en este
establecimiento con tanto orgullo, así lo atestiguan.
Uno
esperaba el recital antológico de vinos de la zona de origen de Vicente y la
selección de productos más que asequibles de su desierto manchego. Pero
sorprende el conocimiento exhaustivo, y la habilidad para elegir los mejores
cavas, a los que españoliza con una magnifica ración de faisán escabechado que
su madre, Pilar, le sigue preparando desde Fuente-Álamo. Siempre se utiliza el
lugar común de la cocina casera, pero para la ocasión es en el fogón familiar
donde nace ese guiño a las tradiciones cabecera de la tierra con un uso tan
suave del vinagre que el faisán se va deshaciendo con los pespuntes de pimienta
como una auténtica golosina en la boca. Un lomo de orza bien albaceteño
acompaña la conversación y el descorche incesante, de este magnifico embajador
del quijotismo. Mientras
que van entrando todo tipo de turistas guía y cuaderno en mano, y a veces
mochila al hombro. Este lugar se ha convertido en uno de los mas recomendados de
la prensa extranjera. Desde, el por lo visto famosísimo, americano Rick Steves,
hasta los periódicos de Finlandia reconocen este lugar como representación de
lo que consideran típico de verdad y donde podrán mezclarse con los gatos que
siguen dejándose llevar por su intuición y resabios.
Vicente
es un parlamentario de la vida, que tan pronto te abre una lata de mejillón, te
endulza la vida con quedos deliciosos, cómo te va desgranando su rica visión
del mundo del vino. Aquí
hay un enópata por derecho. Y una taberna de vinos que recoge la tradición
actualizada y mejorada de los antiguos arrieros y los bodegones de puntapié. Hoy se actualiza en los
madriles (instagram @vinotecavides) gracias a esta casa. ¡Va de vino!
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La estrella, como proclama con orgullo Vicente, es el faisán en escabeche. Auténtico manjar casero pues que la madre del tabernero, Pilar, lo prepara en su cocina de Fuenteálamo, pueblo de origen de este aventurero de los vinos. Delicadeza y sabor a partes iguales de este escabeche de libro.
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