Algunos dedican estos santos
días del calendario al fervor contemplativo; otros, prefieren hacer la maleta y
aprovechar las jornadas de asueto para volver a casa o al pueblo, conocer España o darse un salto a otro país. Hoy, queremos agradar a
aquellos que se mueven en la última categoría, pero como aquí hablamos de
comer, y de hacerlo bien, vamos a darles algunas sugerencias para que contribuyan a la recuperación económica del
país a la vez que ustedes se dan el homenaje gastronómico que merecen. Y si les
cuadra, claro está, pueden, en el ínterin, irse de procesiones, colocarse la
peineta y disfrutar de la imaginería patria y de las tradiciones que tantos
millones de turistas nos traen.
Semana
Santa en las tierras castellanoleonesas
Empezamos apuntando a las
piadosas tierras castellanoleonesas, en las que la Semana Santa adquiere tintes
de drama y genialidad artística. Para disfrutar de fe y festín, les recomendamos
explorar la llamada, que agrupa a varios municipios emblemáticos con un
patrimonio reseñable y una tradición vinícola única.
Castillo de la Mota
Es imposible omitir la
visita a Medina del Campo y su castillo de la Mota, que vio morir a Isabel la Católica. Aquí encontramos las
Procesiones de Disciplina más antiguas de España, con unas esculturas
renacentistas que son obras de arte.
Tordesillas
Tampoco hay que olvidarse de
Tordesillas, con unas imágenes soberbias y unas procesiones de una piedad
sobrecogedora, ni de Nava del Rey, Olmedo y Villanueva de Duero. Merece navegar
por la web de esta ruta, porque hay infinidad de planazos en bodegas, pueblos y
parajes naturales que pondrán de acuerdo a ‘capillitas’ y reticentes.
Coto de Quevedo
Siguiendo por Castilla, pero
por la zona manchega, nos detenemos en Coto de Quevedo, un hotel gastronómico situado en Torre de Juan Abad (Ciudad Real) por donde anduvo Don
Quijote de La Mancha en la ficción y Francisco de Quevedo en la realidad, ya
que fue señor de la villa y pasó en ella varios destierros por su deslenguada
impertinencia. Aquí encontramos a José Antonio Medina, un cocinero autodidacta
que supo completar su pericia en los fogones con stages en grandes casas.
Luce una estrella
Michelin por su cocina creativa y vanguardista que, pese al
lustre moderno, sigue muy ligada a su tierra. Es ejemplar el manejo que tiene
de la perdiz –que obtiene en el coto familiar, regido por sus hermanos—. Juega
mucho con la temporada y el hotelito, de 14 habitaciones, es perfecto para
desconectar del mundanal ruido y conectar con su estómago.
Valencia para
comer en Semana Santa
¿Que
prefieren playa? Hagan el madrileño y váyanse a Valencia. Allí les espera María José Martínez, la chef de Lienzo, que luce con orgullo un astro Michelin
gracias a la fuerte conciencia medioambiental de su autora y a su capacidad
para llevarla al plato de manera deliciosa.
Una
de las cosas más curiosas de su cocina está en su defensa de las abejas;
de hecho, colabora en un proyecto de apicultura urbana y emplea los productos
de las colmenas que están en la ciudad del Turia para elaborar platos muy
curiosos, como un canelón o un postre con tomillo y limón.
Alicante
No muy
lejos, por cierto, en Alicante, pueden darse una vuelta por Voraz y descubrir
el talento prometedor de Jorge Moreno, quien el pasado fin de semana se alzó
con el título Arrocero del
Futuro en un concurso organizado por la D.O. Arròs de
València en la plaza del ayuntamiento de la capital. El chaval se marcó un
arroz a la valenciana, pero con estilo alicantino, que me chivan que estaba
increíble y se llevó al jurado de calle. Arroz y tartana.
Un
poquito más arriba, si tienen presupuesto y ganas de disfrutar del lujo sin
estridencias y la hospitalidad más exquisita, Relais & Châteaux Mas de Torrent Hotel & Spa les aguarda. Esta bellísima masía
dieciochesca es hoy un hotel de cinco estrellas en la Costa Brava, con
unas vistas al Ampurdán de esas que le hacen a uno plantearse, seriamente, qué
hace con su vida en una ciudad grande.
Además
de sus instalaciones y su spa, tiene un restaurante dirigido por el ínclito Ramón Freixa en
el que brillan los productos del campo y el mar para recrear los sabores de una
comarca realmente bendecida por la naturaleza. Si son personas de bien y
disfrutan con el vino, no se pierdan su bodega, con más de 700
referencias (con especial protagonismo de las de la zona, claro). La sobremesa
la puede hacer mucho más agradable Manel Vehí, un excelente mixólogo con alma de
sushiman que firma la carta de cócteles del hotel.
Gastronomía en Santander
Si
seguimos hacia arriba, a solo media hora de Santander, podemos deleitarnos en
el hotel gastronómico Torre
de Galizano. Rodeado de verdor se encuentra este sitio, se
esconde el restaurante de autor capitaneado por Javier Marañón, discípulo de
Martín Berasategui, Eneko Atxa e Hilario Arbelaitz. En un palacio de indianos
de Ribamontán al Mar huye de la oferta surfera de la zona para tentarnos con
una cocina sabrosa y tradicional, pero con sello propio, en cuya confección
emplea productos de su huerta. No se pierdan el carro de quesucos de la tierra
que el jefe de sala les ofrecerá.
Semana Santa por las tierras gallegas
Terminamos
el gastroperiplo por Galicia y nos paramos en A Coruña para conocer la primera barra de sushi de la
ciudad. El grupo gallego Amicalia, que tantos buenos ratos nos da a los
capitalinos con Alabaster y Arallo, permite a diez afortunados, por turnos,
sumergirse en el espíritu de la mejor cocina nipona tradicional, pero con
productazo de las rías y el Atlántico de la mano del itamae Adrián Figueroa,
experto en atún y tratamiento del pescado.
¿Que
tienen ganas de algo más mediterráneo? En la misma ciudad tenemos Osteria Peroni,
un italiano con mayúsculas realmente excepcional, con un recetario clásico,
pastas caseras y una cava espectacular de quesos y mortadelas.
Y si alguno pasa por Sevilla, que se lie a codazos para intentar tomarse un montadito de
pringá, o ganar escaño en el hoy prestigioso Cañabota con su recién estrella
michelín en la fachada, para lujo de los pescateros y buena brasa. Y díganle
adiós a la Cuaresma, que el buen tiempo ya ha llegado y nos abre el apetito.
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