El mapa de las tabernas de Madrid evidentemente se expande tanto que llega incluso a las afueras del populoso barrio vallecano. Una familia de honda raigambre pescadera, encabezada por un patriarca llamado Rafa, natural de Linares, ha ido acrecentando su propuesta tabernaria y gastronómica en una zona aparentemente insólita. A la espalda de un concesionario de automóviles, en esa infinita legua de polígonos y naves que es el sustento industrial de Madrid, la familia Sánchez ha ideado un lugar de peregrinación para los que creen que comer pescado es algo de hermosura y de clase.
Luis
y Raúl, con la complicidad de su hermana Mari Carmen, abrieron
La Lonjería en 2015, como un modesto despacho o almacén de Conservas y Vinos. Poco a poco la parroquia de la zona fue
demandando que hubiera mesas, y que se estableciera un lugar hostelero como
Dios manda. La atracción fue mágica pero también de riesgo. Porque tener a
disposición el mejor pescado y marisco de Madrid no siempre garantiza el éxito.
Realmente
la Lonjería tiene una chispa indudable, no solo por el lugar tan raro donde ir
a buscar un espacio de calidez en una ciudad tan competitiva como Madrid, sino
porque las líneas azules y blancas nos acomodan en la nostalgia marinera. A
la sorpresa, ayuda la inabordable propuesta de vinos que ya roza las 800
referencias, o las más de 20 cervezas, y un laterío que es de los de glamour y calité por derecho. El comensal que
procede en gran medida del entorno vallecano, pero que también empieza a ser
nutrido por los que en esas guía secretas conocen el lugar, se pone la
servilleta para meterse en harina de gran costal, como son los pescados y los
mariscos que tanto hacen relamerse a los gatos. Uno tampoco entiende como las
magníficas gambas de todas las latitudes, en especial la alistada de Ayamonte,
o la coquina viajera, sean tan poco consideradas en la cocina. El frito es
interesante pero no redondo, porque el salmonete grandón y de textura mediana
merece más dulzura.
Capítulo aparte es el
de los pescados de tronío, o para conquistar a una novia, por no hablar de la musa de Vallecas como Sonia,
ya que tienen estación de penitencia en otros lugares. Aquí saben comprar
pescado, y se hace gala desde que hace muchas décadas se viene seleccionando lo
mejor de las capturas en Mercamadrid, Y por eso merece la pena dejar vidas y
trabajos para venir a La Lonjería.
El tiempo pone a cada uno en su sitio y la sucesión de las edades, va mejorando la áspera amabilidad que tienen rugosos ejemplares piscícolas. Hay mucha felicidad en toda la gente que entra como bucaneros en las mesas altas de la casa. El inefable Felipe, Jefe de seguridad del Rayo Vallecano, o el mejor director general del fútbol español, como es Luis Yáñez, y otros embajadores de las carnes señoriales, tienen aquí su escaño. Sitio que irá desentrañando sus laberintos como cualquier tabernero de tiempos actuales, pues quiere enlazar la tradición con la actualidad más pujante. El tiempo dictará la sentencia. Mientras, el mejillón y la anchoa son ley.
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