Abel al desnudo

 

La sala es, sin ninguna duda, la asignatura pendiente de nuestra flamante hostelería a día de hoy. El desequilibrio que se ha producido en las últimas décadas en favor de la cocina, y de los artistas de la chaquetilla, convertidos ya en auténticos gurús mediáticos, se ha agravado con la pandemia y sus nefastas consecuencias para el mundo gastro. Encontrar un profesional que dé dignamente la cara en sala, es un reto de perseverancia y de suerte. Se ha producido una desbandada auténtica del camarero de siempre, orgulloso de su trabajo, y consciente de la importancia que en el conjunto del restaurante posee su labor. Además, grandes centuriones de la sala han colgado los hábitos, con lo cual la falta de modelos es otra falla importante. En este contexto complejo y desnutrido, emerge totémica la figura de Abel Valverde. Este payés, como le gusta llamarse, afincado en los Madriles, es ya por derecho quizá el aglutinador de los saberes que enlazan el clasicismo del servicio, con la pulsión más contemporánea en la interpretación de la sala. Auténtico observador, meticuloso como nadie, hiperactivo en su jovial complicidad con todos los actores de esta obra de teatro que se llama dar de comer, Abel insiste casi como una letanía, en la necesidad de la motivación para todos aquellos que quieran dejarse llevar por la fascinación del servicio. Este enciclopedista gastronómico es titular del legado filosófico de Santi Santamaría en el respeto a la naturalidad, y a la esencia del hecho gastronómico. A su vez se ha convertido en un lúcido divulgador de los entresijos de la sala, y así poco a poco se va forjando su leyenda. Este sigiloso y elegante observador no rehúye ni la argumentación, ni la dación de cuentas de los claroscuros del servicio. Si en su primera obra “Host” (hoy por la 5ª edición, convertido en manual de los que se inician en las escuelas de hostelería) Abel fijaba los cánones del oficio de maître, con “La sala al desnudo” aborda a pecho descubierto el futuro de la misma. La visión que contiene esta lectura imprescindible para los que amamos la gastronomía desde cualquier ángulo, es realista y esperanzadora al propio tiempo. A Sócrates se le atribuye la cita, "Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia". La comprensión de todos los factores emocionales y de gestión humana que subyacen a ese sutil ejercicio de la sala, es el mensaje de un auténtico modelo para nuevas generaciones de camareros. La oscuridad y la impericia en la que se mueven otros, solo generará ruido y desmemoria. Frente a ello, Abel Valverde y su revolución tranquila. O, como proclama, "mi norma es, siempre, hablar, hablar y hablar"

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