La verdad es que lo no raro, no interesa. Alguien incluso
puede sostener que en el vino, cada viñedo, cada enólogo, cada visionario de
este planeta lleva la originalidad y la heterodoxia por bandera. Esta diatriba
viene a cuento de un blanco canario de pura expresión de la listán blanco, que
intenta borrar huellas, y aliarse con los rumores de la Baja Andalucía y del
infalible Marco jerezano. El
bodeguero Juanfran Fariña conoce esta especial variedad aclimatada a una gran
altitud, sobre un suelo arcilloso, y con un viñedo de pie franco bastante viejo.
Y para la profundidad lírica del vino, ha buscado dos botas
de manzanilla para que le aporten ese especial toque de salinidad, de cuerpo,
para ir leyendo y desleyendo según añadas, la intensa propuesta de este blanco
tinerfeño. Y la crianza en principio biológica que tiñe las botas, también
evoluciona y oxida, y le da esa longitud gustosa a este vino. Hasta
su presentación cromática tiene esa belleza turbia que nos enamora de vinos
radicalmente gastronómicos. Fruta por derecho, volumen por destino, y vida
por delante de un ejemplar que está marcado por su originalidad. La mejor
suerte del vino especial hoy indudablemente viene de Canarias.
Comentarios
Publicar un comentario