Fernando
Carrasco y Julián Barros abren en Majadahonda la tercera sede de
su celebrada enseña, Mawey Taco Bar, y con ella las puertas a una cocina de
gran viveza y frescura, tan rebelde como insólita en esta zona, una de las más
acomodadas de la capital. Además de sus muchos vínculos
históricos y culturales, Ciudad de México y Madrid comparten
carácter integrador, caldo de cultivo que hace posible la creatividad y la
fusión.
Ambos
factores vertebran la personalísima propuesta de los cocineros Fernando
Carrasco y Julián Barros. Estos bandidos son poseedores de una imaginación
desbordante, y en plena forma tras la apertura en Majadahonda de la tercera
filial de su enseña Mawey. Llevan En su revolver coquinario tres muescas de taquerías
de autor en la comunidad presidida por Ayuso. Los madrileños han pulido
experiencia en comedores de la talla de Punto
MX, Piñera,
Zaranda, El Poblet o los parisinos Apicius y Le Grande Cascade, con
una estrella Michelin cada uno. Esa convergencia entre casticismo y raíces
mexicanas, unida a su inquietud natural, ha dado lugar a una de las líneas
culinarias más interesantes que hoy ofrece el panorama nacional. Comer en Mawey
es homenajear también a Agustín Lara, al chotis de Madrid, y a ese México que
tenemos tan metido los gatos en nuestra alma de los tejados.
Sus creaciones,
que rebosan ingenio y frescura, se basan en platos e ingredientes mejicanos
(como el maíz azul, una variedad muy escasa incluso en México, o los chiles
poblanos, ancho, pasilla, habanero, morita, chipotle, jalapeño y de árbol) e
incorporan productos de la despensa patria.
Qué pedir:
Aquí cobran protagonismo los tacos, entre los que se encuentran algunos tan originales como el de panceta glaseada con chipotle y tamarindo, el de brisket de wagyu con crema de elote y tajín de dos chiles o el de oreja y sepia (ojo a lo cañí) con salsa de chile habanero. El de gobernador, estrella de la casa, muestra con claridad meridiana el sello personal de Fernando y Julián: lo elaboran con chile ancho en lugar de con chipotle, lleva polvo de kikos para aportar textura y se sirve en una tortita del mencionado y muy codiciado maíz azul. Un chute de felicidad que encantaría hasta los médicos más conspicuos.
Además
de los tacos, hay fueras de carta y platillos como las soberbias mollejas de
ternera con salsa de chipotle, o las quesadillas de huitlacoche y flor de
calabaza con queso de Oaxaca. Aquí uno no se aburre. Y menos con una carta de
bebidas que incluye cervezas mexicanas, micheladas, una amplia selección de tequilas y
mezcales y cócteles clásicos, entre los que el Margarita se perfila como una de
las especialidades más vendidas de la casa. Su único peligro es que no se suele
tomar de uno en uno.
Radical,
libre y opuesta a lo acomodaticio, la firma Mawey agita la escena culinaria de
Majadahonda, un ejercicio necesario si lo que se busca es sumarse al carro de
las tendencias. Funcionarios, empresarios en crisis, separados y separadas,
vividores todos ya tenéis lugar de acogida azteca-cañí, no solo en el foro,
también en Majadahonda. Para ponerse todo por montera.
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